Cuando una relación no nos hace felices, el camino lógico debería conducir a la salida. Sin embargo, cortar con alguien, aunque ya no lo queramos, no es tan fácil como parece.
A todos nos ha pasado que una relación de pareja comienza a enfriarse y nos planteamos si seguir adelante o cortar definitivamente. ¿Qué nos motiva a seguir con esa persona, a pesar de que ya no la queremos? En muchos casos se trata de dependencia económica, en otras se antepone el bienestar de los hijos. Pero insistimos, ¿qué pasa con nuestros sentimientos? ¿Por qué nos sentimos incapaces de dar el paso para cortar?
Si podemos detectar que estamos en una relación tóxica, ¿por qué nos aferramos a ella? Probablemente nos cuesta hacernos a la idea de estar solos y de tener que lidiar con todas las consecuencias de dar el primer paso para romper. Ser el “malo de la película” no es un papel que queramos interpretar.
Ahora bien, según una investigación de la Universidad de Utah, la mayoría de las personas continúa adelante con sus relaciones “fracturadas” porque siente que la otra persona depende mucho de ellas.
En un primer experimento, 1.348 participantes con relaciones estables fueron analizados durante un período de 10 semanas. En el segundo experimento, fueron 500 los participantes que contemplaban una ruptura y se les hizo seguimiento durante dos meses. En ambos casos, los investigadores descubrieron que la probabilidad de que alguien iniciara una ruptura dependía en gran medida de cuánto dolor percibieran que la decisión causaría a la otra persona.
El estudio, publicado por la revista especializada Journal of Personality and Social Psychology, apunta a que nos responsabilizamos por el dolor ajeno, suponiendo lo que la otra persona piensa o siente. “Una cosa que no sabemos es cuán precisas son las percepciones de las personas”, dijo Joel. “Podría ser que la persona esté sobreestimando cuán comprometida está la otra pareja y cuán dolorosa sería la ruptura”, indica la profesora Samantha Joel, una de las autoras de la investigación.
Cuando las personas percibían que la pareja estaba altamente comprometida con la relación, tenían menos probabilidades de iniciar una ruptura. Esto es cierto incluso para las personas que no estaban realmente comprometidas con la relación o que no estaban personalmente satisfechas con la relación. En general, no queremos lastimar a nuestras parejas y nos importa lo que quieren.
Sin embargo, pese al dolor que podamos causar al otro, los investigadores concluyen que lo mejor es cortar de raíz. “¿Quién quiere un compañero que realmente no quiere estar en la relación?”, puntualiza la profesora y psicóloga, Samantha Joel.
¿Y la nostalgia, qué?
Otro factor a considerar en el momento de tomar la decisión de romper con tu pareja, es la nostalgia. Así lo explica el terapeuta de pareja, Harris O’Malley:
Nuestros recuerdos se ven afectados por nuestro estado de ánimo: los recuerdos positivos tienden a quedarse con nosotros con mayor detalle, mientras que los negativos se desvanecen más rápido. Esos recuerdos dorados de los primeros días de la relación, cuando las cosas eran mejores, son agudos y vívidos y pueden sentirse más inmediatos, mientras que los recuerdos de todas las peleas se desvanecen rápidamente… Incluso los recuerdos de comportamiento abusivo o coercitivo se vuelven lo suficientemente débiles como para que podamos excusarlos como “no tan malos” en comparación con todos los buenos momentos.
Y como no queremos ser nosotros los “malos de la película” que plantean una ruptura, dejamos que la nostalgia se apodere de nosotros y pensamos: “si las cosas estuvieron bien una vez, pueden volver a estar bien, ¿verdad?”
By Psico.mx